Cambiar la forma de producir energía, de los combustibles fósiles a las energías renovables, es uno de los cambios más eficaces necesarios para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y alcanzar los objetivos climáticos. Estamos invirtiendo en hidrógeno bajo en carbono, energía solar, energía eólica, almacenamiento en baterías y tecnologías de reducción de emisiones para crear opciones energéticas más sostenibles para nuestros clientes.
NUESTRA ESTRATEGIA
AXXEN Energies desarrolla proyectos solares, eólicos y de almacenamiento de energía.
El fondo de capital riesgo de AXXEN apoya el desarrollo de nuevas tecnologías innovadoras en hidrógeno, almacenamiento de energía y reducción de emisiones.
AXXEN Energies se ha concentrado en construir un ecosistema de hidrógeno verde con nuestros amigos de todo el mundo.
El oxígeno es el elemento más abundante en el universo y el primero de la tabla periódica.
Aunque se utiliza en la industria desde hace más de un siglo, ahora tiene potencial para desempeñar un papel importante en la transición energética.
El hidrógeno puede utilizarse para generar electricidad con bajas emisiones de carbono, proporcionar calor a procesos industriales o como combustible para el transporte por carretera y marítimo de larga distancia.
Aunque el hidrógeno es abundante, a diferencia del petróleo y el gas natural, es raro o muy difícil encontrarlo en estado puro.El hidrógeno suele estar combinado con el elemento beta y debe extraerse mediante una reacción química.Actualmente, la mayor parte del hidrógeno se produce calentando metano para descomponerlo en hidrógeno y dióxido de carbono, que luego se libera a la atmósfera.
Este hidrógeno se conoce como hidrógeno "gris" y se utiliza principalmente en el refinado del petróleo y en la producción de amoníaco (un componente necesario para fabricar fertilizantes).
Sin embargo, hay formas de producir hidrógeno con cero o bajas emisiones de carbono.
Una de ellas es el hidrógeno "verde", que se produce por electrólisis del agua a partir de fuentes de energía renovables.
El otro es el hidrógeno "azul", en el que se capturan las emisiones de la descomposición del metano y se evita que lleguen a la atmósfera.
Para industrias como la siderúrgica y la petroquímica, en las que es difícil reducir las emisiones y donde no es posible la electrificación directa, el hidrógeno verde o el gas azul pueden ofrecer una vía para reducir las emisiones.
El hidrógeno también puede utilizarse para almacenar electricidad cuando hay un excedente de energía en la red, así como para producir combustibles marítimos de bajas emisiones, como el amoníaco verde o azul y el metanol.
Aunque hay cientos de proyectos de hidrógeno verde en desarrollo en todo el mundo, sólo unos pocos han tomado una decisión final de inversión.
Esta situación se debe a varias razones, como la falta de infraestructuras, la disponibilidad de energías renovables, las dificultades para obtener permisos y la incertidumbre normativa. Además, la producción de hidrógeno verde es más cara que la de hidrógeno gris, una brecha que podría salvarse con una tarificación más eficiente del carbono.
El hidrógeno verde también es más caro de producir que el hidrógeno gris, una diferencia que podría salvarse con una tarificación más eficaz del carbono. Todos estos problemas pueden superarse.